martes, 13 de marzo de 2018

TROY: Fall of a City; Reseña



Anteriormente no he tenido reparo en mencionar cuando en alguna película o serie tienen imprecisiones en cuanto a la Mitología Griega, como en el caso de la película “Troy”, o “Clash of Titans” (versión 2010), errores que confunden al espectador que confía que lo que está viendo en pantalla es lo mismo que los libros o las tradiciones ancestrales.

 

No faltó, por ejemplo, quien creyó que Patroclo y Aquiles eran primos, que Menelao fue muerto en Troya, o que Paris y Helena tuvieron su “felices para siempre”. Quienes hemos leído la Ilíada y derivados, sabemos que las cosas no ocurrieron así.

 

Pues bien, recientemente se acaba de estrenar la serie de la BBC, en co-producción con Netflix; “Troy: Fall of a City”, por lo que es importante mencionar, que únicamente he visto el primer y único capitulo que se ha transmitido hasta el día de hoy y en ese capítulo se basa esta reseña.

 

Antes de entrar de lleno, debo confesar que, tenía mis dudas, en particular por la controversia que se desató cuando se anunció que Aquiles sería interpretado por un actor de color. Más allá de un asunto racista, la objeción, al menos de mi parte, era que según la mayoría de las descripciones y expresiones artísticas, no mencionan ni un solo rasgo africano, ni ningún otro que indique que Aquiles no poseía el físico clásico de un griego caucásico. Y es que en todo caso, si piensan apegarse a los mitos ¿porque no a las descripciones?


Pero en fin, punto y aparte de la cuota racial que últimamente impera en cine y tv, mi cosquilla mitológica, no dejó de picarme en cuanto supe del estreno del episodio. Y entonces, lo vi.

 

Todo el capítulo interesante y ágil, a los actores no los reconocí, al menos no de momento, a excepción de la reina Hécuba (Frances O’Connor), a quien ya había visto en la serie “Selfridges”, pero se nota que se trata de una superproducción en todo, el vestuario, los escenarios, una ciudad épica y real.


Fue muy interesante, ver en un solo capitulo, que sin temor a equivocarme, ningún show había abordado, el nacimiento del príncipe Paris (o Alejandro), los acontecimientos que lo llevaron a crecer como un simple pastor, el famoso “Juicio de Paris” donde tiene que elegir de entre la diosas a quien otorgarle la manzana dorada, misma decisión que finalmente lo llevaría a culminar la terrible profecía que su propia hermana Casandra le vaticino desde el momento de su nacimiento; La caída de Troya, y por supuesto, el momento en que se enamora de la reina, Helena de Esparta.



Pero no adelantemos vísperas, ya que aunque sí avanzamos bastante con el primer episodio, podemos también adivinar que nos dosificaran los acontecimientos más relevantes que rodearon la caída de la cuidad más famosa del mundo antiguo en 8 capítulos en total. Así que apelando en mi buena fe, y esperando que el entusiasmo de la primera entrega no merme durante el resto de la serie, (ya que anteriormente me sucedió cuando vi los avances de la película “Hércules”, 2014. Ver los 12 trabajos, y la narrativa del tráiler mencionando que era para expirar sus culpas, pensé que al fin le harían justicia al mito original. Por supuesto no fue así, y resulto uno de los más grandes fiascos).

 

Así que solo me queda más que pedir que continúen con el trabajo que vi, que sigan abordando los mitos con el mismo apego que en éste episodio ya que no puedo concluir con otra cosa que no sea, que me ha dejado con ganas de más, de mucho más... 

domingo, 11 de marzo de 2018

EL PRÍNCIPE PARIS; La antorcha que incendio Troya

Paris era un príncipe troyano hijo del rey Príamo y de su esposa Hécuba. Esta tuvo un sueño durante su embarazo: soñó que daria a luz a una antorcha que incendiaría la ciudad. Esaco, hermanastro del futuro príncipe, poseía el don de interpretar los sueños y aconsejó que, a su nacimiento, abandonaran al recién nacido. Fue así como Príamo, rey y padre de la criatura, ordenó a su criado Agelao que abandonara al pequeño en el Monte Ida, para que muriera en el desamparo. Agelao, en un último momento, decidió apiadarse del pequeño y criarlo como si fuera su propio hijo.
El pequeño creció con el nombre de Paris, siendo un joven guapo y fuerte que dominaba el arte de la música. Su primera historia de amor la vivió con la ninfa Enone, hija del dios-río Cebrén. Ella, que poseía el don de la profecía y la medicina, predijo que ella sería la única que podría salvarlo de una herida de muerte.
En el juicio de Paris, Zeus le presentó el dilema de entregar la manzana de oro a la diosa mas bella del olimpo. Ante él se presentaron tres diosas: Hera, que le prometió ser soberano del mundo, Atenea, que le ofreció ser invencible en la guerra, y Afrodita, que le prometió entregarle a Helena, la mujer mas bella del mundo. Paris eligió a Afrodita, la cual se convirtió en su protectora, mientras que las otras dos deidades juraron venganza. Lo que él no sabía, era que esa decisión desencadenaría la Guerra de Troya.
Todos los años, Príamo, rey de Troya, celebraba unos juegos en honor a su hijo Paris al que creía muerto. En una ocasión, los servidores del rey se llevaron a su toro favorito para ofrecerlo como premio en dichos juegos. Paris, que fue uno de los jugadores, ganó y se hizo con el toro, haciendo nacer en sus hermanos la indignación de creer que habían sido derrotados por un simple pastor. Dispuestos a matarlo, fueron detenidos por Casandra, que gracias a sus poderes adivinatorios, reconoció que el simple pastor era el hijo del rey Príamo.
Paris fue acogido en la corte real de Troya y tuvo la oportunidad de embarcarse hacia Grecia, donde su tía Hesíone vivía después de que Telamón la hubiera secuestrado tiempo atrás. El príncipe Paris se ofreció para acaudillar la expedición y decidió dirigir a Cástor y Pólux, que vivían en Lacedemonia. Su padre dio el visto bueno, a pesar de que Héleno ya había revelado que, si el viaje se llevaba a cabo, Troya pagaría las consecuencias.
Después de estar en casa de Cástor y Pólux, Paris llegó a Esparta, donde reinaba Menelao y su esposa Helena, la mujer más hermosa del mundo que le había prometido antaño Afrodita. El príncipe troyano no tardó en enamorarla con la ayuda de la diosa y, aprovechando que Menelao estaba en Creta celebrando los funerales de su abuelo, Paris y Helena se fugaron a Troya. Algunas versiones dicen que la joven fue raptada y no se marchó por su propia voluntad y otras dicen que lo que se fugó con Paris fue una imagen fantasmagórica de ella, cumpliéndose así la venganza de Hera por no haber sido escogida como la diosa más bella.
En su viaje se llevaron un gran número de riquezas, pero no a la hija de 9 años de Helena: Hermíone. durante la travesía, una tempestad provocada por la diosa Hera hizo que el barco fuera a parar a Sidón, ciudad que los troyanos saquearon. A su llegada a Troya, los ciudadanos no aceptaron a Helena, pues lo consideraban una ofensa hacia el rey Menealo, y quisieron devolverla. A pesar de ello, la decisión de la familia real troyana fue que Helena podía quedarse en Troya junto a Paris. La ninfa Enone, primer amor de Paris, y su padre, Cebrén, se marcharon despechados de la ciudad.
Durante la primera parte de los diez años de conflicto, Paris no consiguió causar una buena impresión en ninguno de los dos bandos, ya que se le consideraba responsable de la guerra y tanto amigos como enemigos le odiaban a muerte. Su hermano Héctor, el más noble y desprendido héroe troyano, se apiadó de Paris, aunque lo despreciaba por considerarlo un perezoso mujeriego.
En un momento de la guerra, se decidió que Menelao y Paris debían batirse en duelo para acabar con el conflicto. Paris perdió el duelo y después de que Menelao le atravesase con su lanza y le clavase su espada, lo cogió por la cabeza y lo arrastró casi muerto hasta el campamento griego. Pero Afrodita, que era su protectora incondicional, intervino al verlo en tan grave peligro y, cuando estaba a punto de ser estrangulado, rompió la correa de su casco para que Menelao se quedase con él en la mano. La diosa envolvió a Paris en una nube y se lo llevó a sus aposentos en Troya, donde ordenó a Helena que le cuidase. La esposa obedeció sin demasiado entusiasmo, pues su amor por él se había enfriado y deseaba regresar a Troya.
Irónicamente, tiempo después fue el débil Paris el que acabó con el formidable héroe griego Aquiles al clavarle una flecha en el talón, la única parte vulnerable de su cuerpo. No se trató de una hazaña del príncipe troyano, pues la flecha estaba dirigida por Apolo. Paris murió poco después, víctima también de una flecha lanzada esta vez por Filoctetes, que de joven había recibido como regalo el arco y las flechas de Heracles cuando éste estaba a punto de morir. Durante un tiempo Filoctetes fue incapaz de participar en la guerra, ya que se había quedado en la isla de Lemnos curándose unas heridas.

CASANDRA. La maldición de conocer la verdad...

Casandra pertenecía a la realeza troyana. Era hija de Príamo y de su esposa Hécuba, reyes de Troya. Era una joven ambiciosa y quería tener un don especial, por lo que rezó día y noche al dios Apolo, dios al que se veneraba principalmente en la ciudad, para que le concediera el poder de la clarividencia para así poder predecir el porvenir.
Apolo, enamorado de la bella joven, decidió concedérselo una vez que ésta le hubiese entregado su amor. Cuando ya le había concedido su deseo, Casandra renegó de su amor por Apolo, lo que enfureció al dios. Éste, al verse humillado por una simple mortal, decidió maldecirla. Apolo le escupió en la boca y le retiró el don de la persuasión, por lo que aunque ella dijera la verdad, nadie le creería. A partir de entonces podría adivinar el futuro, ver lo que iba a suceder, pero no podría evitar los acontecimientos ya que nadie creería jamás sus predicciones.
Casandra es fundamentalmente conocida por sus predicciones en dos momentos cruciales en la historia de Troya. El primero ocurre cuando ella predice que Paris -siendo desconocido- traerá la ruina a la ciudad. Cuando éste va a ser condenado a muerte, ella reconoce en último momento que el joven es hijo de Príamo.
Poco tiempo después tuvo lugar la conocida Guerra de Troya, producida por el rapto de Helena por parte de Paris. Casandra advirtió a los reyes y al pueblo lo que iba a suceder pero nadie la creyó. Trató de impedir que introdujeran en la ciudad el famoso caballo de madera que ocultaba al ejército griego en su interior, pero sus esfuerzos fueron en vano, todas sus predicciones fueron desdeñadas y a ella se la consideró una lunática.
Después, cuando Paris aparece con Helena en Troya ella indica que el hecho provocará la ruina de la ciudad, pero nadie la escucha. Luego, después de la muerte de Héctor, cuando regresa Príamo, ella descubre que su padre trae el cadáver de su hermano antes de que este hecho se sepa.
Además, se opone rotundamente junto con el adivino Laocoonte a que se introduzca el famoso caballo de madera, pues ella sabía que éste era una trampa y que adentro venían guerreros aqueos. Por supuesto, nadie le cree y Apolo envía unas serpientes para que devoren a Laocoonte y a sus hijos. Por eso, los troyanos permiten que el caballo entre en la ciudad.
Cuando la ciudad cayó en manos griegas, corrió a refugiarse al templo de Atenea con esperanza de no ser encontrada, pero Ajax la encontró y la llevó al campamento griego. Una vez allí, se distribuyó el botín entre los ganadores y ella fue entregada al rey Agamenón, quien se enamora perdidamente de la joven. Ella se había mantenido virgen hasta el momento, pero ahora le pertenece a Agamenón y de él tiene aparentemente unos gemelos llamados Teledamo y Pélope.
Según una versión, cuando Agamenón llega a Miscenas, su esposa Clitemnestra lo mata y asesina a Casandra por celos, aún cuando ella misma tenía un amante.
Casandra es también conocida como Alejandra, y Licrofón la hace protagonista de un poema que se cree profético.