martes, 7 de junio de 2011

AFRODITA Y ARES

La red de Hefesto

En la isla de Chipre siempre estuvo Afrodita acompañada por el Deseo y el Amor, de manera que, tanto los héroes inmortales como los dioses, se sintieron atraídos por los encantos de la hermosa y seductora diosa. Más, entre los dioses, quienes de continuo se veían con Afrodita era Ares, el impetuoso dios Marte de los Romanos.

En el lecho de su palacio de Tracia, retozaba con Afrodita, siempre que se les presentaba la ocasión, por la infidelidad de la diosa no tardó en ser descubierta por su esposo, el herrero Hefesto, quien, no pudiendo soportar tamaña burla y semejante deshonra, trazó un plan para sorprender a los amantes.

Narra Ovidio, en su obra Metamorfosis, que fue el sol quien descubrió los amores de Afrodita y Ares, y que enseguida puso al corriente a Hefesto, el cual, al conocer la infidelidad de su esposa y el engaño del dios Ares, se sintió ultrajado y dolido que ideo un artilugio, una especie de red con cadenas, para atrapar y escarmentar a los dos adúlteros.  

Así pues, Hefesto empezó por fabricar un artístico dosel para el lecho de sus esposa, sustentado por cuatro pilares, de oro cincelado y cubierto y adornado con cortinajes de terciopelo. A Afrodita le agradó la obra de Hefesto, y en prueba de ello, se acostó con su esposo y le colmó de tanta dicha durante toda la noche de amor que el dios del fuego casi desiste de seguir adelante con su propósito.

Mas, pasados los primeros instantes de arrobamiento, Hefesto se prometió a si mismo poner en práctica la segunda parte del plan que se había trazado y, sin más dilaciones, fabrico una red irrompible y sólida de mallas de bronce, la ensartó sobre los extremos de los doseles del lecho de su esposa y la cubrió con los cortinajes de terciopelo. Todo estaba preparado y a punto: el peso de más de un cuerpo sobre la cama haría que la red se desprendiera y cayera.

Así pues, cierto día, Hefesto le comunico a la hermosa Afrodita que estaría ausente de su fragua durante varias jornadas, ya que tenía que realizar con urgencia un viaje a la isla de Lemnos. Tal como Hefesto suponía, su astuta esposa fingió un pretexto para no acompañarlo y, en cuanto el dios del fuego se alejo. Afrodita envió un recado a Ares, su amante, pidiéndole que viniera a reunirse con ella.

Cual dos enamorado primerizos, Ares y Afrodita se hallaban desnudos en el lecho de la diosa de la belleza; estaban tan ensimismados con sus juegos amorosos que no repararon en la trampa que les había tendido Hefesto hasta que, de improvisto, una pesada red metaliza callo sobre ellos y los atrapo entre sus mallas, tan solidas y robustas que ni siquiera el poderoso dios de la guerra pudo quebrarlas.

Entonces apareció ante ellos Hefesto, al momento, mandó a un mensajero hasta el monte Olimpo para que todos los dioses vinieran y comprobaran no solo la infidelidad de Afrodita, sino también del impudor y la voluptuosidad del dios Ares.

El ruego de los amantes


Ares, el dios de la guerra, estaba dotado de gran poder y fortaleza pero, por mas que lo intentó, no fue capaz de partir, ni siquiera pudo mellarlo o doblarlo, el metal de bronce que Hefesto había empleado para fabricar aquella pesada red entre cuyas mallas permanecía, junto con su amante, enredado e inmovilizado

Afrodita y Ares no cesaban de rogar a Hefesto que los soltara, pero, en presencia de Zeus, el dios Rey del Olimpo, que había acudido con prontitud a la llamada del herrero de los dioses, y que contemplaba la escena en compañía de Poseidón, Hermes, Dionisio y otras deidades, el dios del fuego les hizo jurar que antes tenían ambos que devolverle la honra; y su esposa, en particular, debía restituirle todos los regalos que le había dado durante el tiempo que vivieron juntos, así como el monto de la dote que aportó al matrimonio el día de la boda.


Poseidón el dios de las aguas, se dirigió a los dioses presente en la alcoba de Afrodita y, tras mirar sin disimulo el tentador cuerpo desnudo de la diosa de la belleza, habló con voz enérgica; y argumento que debía ser Ares quien pagara el dinero de la dota que reclamaba Hefesto. Salta a la vista, señalo Poseidon, que es el dios de la guerra quien está atrapado en esta red y quien ha cohabitado con Afrodita y paladeado las mieles del hermoso y atractivo cuerpo de la diosa durante muchas noches, más de las que podemos imaginarnos.

Al tiempo que hablaba, Poseidón golpeaba con su tridente la red metálica que mantenía atrapados a los dos incautos amantes, Afrodita y Ares, y que había fabricado Hefesto.

Mas dado de Hefesto estaba muy enamorado de su bella esposa, el episodio termina con le perdón, la paz de nuevo el mutuo entendimiento entre ambos, la diosa del amor y el dios del fuego.

Ares, el dios de la guerra una vez librado de la red de bronce que lo aprisionaba, partió para su palacio de Tracia y no volvió a ver a la diosa Afrodita.

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