domingo, 24 de octubre de 2010

AFRODITA, EL AMOR Y LA BELLEZA


Es el turno de hablar de la más hermosa de todas las diosas, mujeres, mortales y deidades, la famosa Venus, como la llamaron los romanos, que tantas veces ha sido plasmada por pintores, escultores, y todo tipo de artistas, a lo largo de los siglos. Capaz de provocar pasiones desenfrenadas, e irónicamente casada con el más feo de los dioses, pero veamos como sucedió…

VENUS, Diosa de la belleza y del amor

Al principio de los tiempos un gran estruendo despertó al mundo apenas comenzó a formarse. Era el incesante batir de las gigantescas olas que, salidas de la abismal hondura del inmenso mas océano, se agitaban y avanzaban imparables hasta chocar contra las rocas de los acantilados, donde se estrellaban y atronaban…

La Tierra retumbaba en la oscuridad de la noche, pues los astros del Cielo no alumbraban, y en el reino de las sombras se extendía por todo el Universo para llenarlo de desolación…

Más, súbitamente de entre las revueltas aguas de Mares Nostrum surgió una montaña de espuma plateada y brillante, tan suave y etérea como los copos de nieve, como las nieves de algodón….

La rosa de los vientos abrió sus pétalos y, al momento desde los cuatro puntos cardinales sopló una brisa cortante que dispersó la burbujeante espuma, la arrastró cual pavesas o insignificantes vilanos, dejando al descubierto la hermosa figura de Afrodita, la Venus del mar, con su esbelto cuerpo desnudo y resplandeciente, y reluciente como el alba del primer día del mundo.

Nacida de la espuma de las olas, ninguna criatura, ni divina, ni mortal, igualará en belleza a la diosa Afrodita… La luz y la claridad se abren paso, cesa el ruido atronador, la paz y el silencio se extienden por la Tierra….El  mito de las hermosura, del amor y de la seducción comienza su andadura…

La diosa Afrodita encarna la belleza, sensitiva y espiritual, y el amor, pues su origen arranca de los elementos naturales: el agua del profundo mar océano, el aire de los vientos de todas las latitudes y el invisible fuego que la alumbra la grandiosa claridad del primer día del mundo.

Céfiro, el viento que soplaba desde el Oeste, y que dispersaba pétalos de rosas y flores por todo el Universo, el hijo de la temprana Aurora que salía cada mañana para anunciar un nuevo día, trasladó en volandas a la hermosa Afrodita hasta la isla de Chipre, donde la recogieron las doncellas que personificaban las cuatro estaciones y la trasladaron a la morada de los dioses del Olimpo.

No obstante su hermosura la diosa Afrodita, por ordenes del supremo Zeus, tomó por esposo a Hefesto, (Vulcano), el herrero, descrito por todos los narradores del mito como un dios de aspecto poco agraciado, incluso con tara física que afeaba aún más su figura.

Sin embargo, Hefesto era el dios del fuego, excavadas en las entrañas del monte Etna, encendida y activa día y noche, no solo se forjaron los carros, escudos, corazas, flechas y espadas de los héroes legendarios, el cetro de Zeus, el tridente de Poseidón y la diadema de oro y rubíes de Ariadna, además de crearse las más vistosas joyas, engastarse las piedras más valiosas para que las diosas las lucieran cuando asistían a celebraciones y ágapes, sino que tanbien fue allí donde se fundieron los metales preciosos utilizados para conseguir la secreta aleación con que se fabrico el sólido cofre preparado para encerrar en su interior todos los males… pero tambien la Esperanza.

El cinturón mágico de Afrodita.

Las promesas de fidelidad de Afrodita a su marido Hefesto, duraron poco y fueron efímeras como la espuma de las olas del mar que, en el origen de los tiempos, la engendraron. De manera que, muy pronto otros dioses y héroes, mortales e inmortales, además de reyes y soberanos que gobernaban extensas tierras, se acostaron con la diosa del amor y la belleza.

Había una causa que explicaba por qué cuantos miraban de cerca de la diosa Afrodita se sentían cautivados por sus encantos y la deseaban. El mito narra que esa atracción surgía porque la diosa de la belleza llevaba ceñido a su cintura un cordón mágico dorado que ejercía un hechizo seductor a su alrededor, despertaba las pasiones de los dioses y de los mortales y era deseada por los más bello y jóvenes efebos.

El cinturón dorado de Afrodita realzaba sus encantos físicos y era uno de los principales atributos de la diosa del amor y la belleza.


Entre los pretendientes que alcanzaron los favores de la diosa Afrodita, aunque solo fuera por una noche, hay dioses y mortales: Hermes, dios del comercio, Poseidón, dios de las aguas; Dionisio dios del vino…

También el hijo del Sol, el joven Faetón de quien se dice que no pudo controlar sus caballos desbocados cuando conducía el carro de fuego, por lo que estuvo a punto de incendiar la tierra, se enamoró de la hermosa Afrodita y gozo de sus encantos. En el relato del mito de Faetón se describe como el joven fue fulminado por el rayo de Zeus, ya que el dios del Olimpo quiso evitar así, que la tierra ardiera y quedara reducida a cenizas. No obstante, parece que en verdad, Zeus infligió el mayor de los castigos a Faetón, para vengare de su padre Helios, el Sol, cuya indiscreción le convirtió en delator al informar a Hefesto de los devaneos de su esposa Afrodita

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