El dios que vamos a ver a continuación, es uno de los más asombrosos a mi forma de verlo, hermoso, poderoso, capaz de iluminar el mundo (al fin el Sol), del don de la profesía y de luchar contra el terrible monstruo Pitón...Pero como todos, incluso los dioses, tenía que tener su lado flaco y en este caso, es La Soberbia, tanto que su arrogancia lo llevo a pasarla muy mal en los ambitos del amor, y es que con la flechas de Cupido no se juega...
Apolo
Dios del Sol y de la profesía
El mito narra que la fuerza y destreza de Apolo provenían de los cuidados que la diosa Temis le prodigó desde niño. Merced a ello, se convertiría pronto en un joven apuesto, fuerte y ágil de movimientos. La diosa lo alimentó con la ambrosía y el nectar que constituían el majar propio de los dioses del Olimpo.
Cuando el dios Apolo nació, la tierra de la itinerante isla de Delos se cubrió de una amplia capa de gránulos de oro y a ella acudieron los cisnes sagrados enviados por Zeus, que dieron siete vueltas a la isla y condujeron el hermoso carro que transportaría al dios Apolo hasta el grandioso territorio de Delfos, lugar en el que se asentará, desde entonces, el oráculo de Delfos, cuya oscura entrada estaba entonces custodiada por la serpiente Pitón que Apolo acribillaría con sus temibles dardos.
El mito narra que el nombre “Pitón” significa “pudrir” y el célebre Himno de Apolo recoge el sentido de este concepto: “Púdrete ahora ahí donde estas sobre la Tierra que nutre a los humanos”.
La purificación
Lo cierto es que la muerte de Pitón hizo que el protagonista de semejante seceso, es decir, el dios Apolo, tuviera que purificarse, ya que la muerte de la serpiente Pitón confirió al dios cierta impureza de espíritu.
Asi pues para cumplir con el rito de la purificación, Apolo subió al carro tirado por blancos cisnes (la blancura de los cisnes simboliza la luz y la claridad irradiadas por Apolo) y, aunque en un principio se dirigirá hacia Delfos, sin embargo, terminaría por asentarse en un plácido y verde valle situado entre las dos míticas montañas de Ossa y olimpos. Aquí llevó a cabo el dios Apolo su purificación y desde entonces, ese idílico y paradisiaco lugar será conocido con el nombre “Valle de Tesalia”
Aguas torrenciales
Hay otras versiones más poéticas del episodio en que se narra cómo el dios Apolo acaba con la serpiente Pitón. Tales interpretaciones conciben semejante suceso siempre en relación con una especia de simbolismo que habría que desvelar, en cuyo caso llegaríamos a una explicación un tanto atractiva del mito y, en todo caso, hasta más real.
En tal sentido, se dice que ese monstruo, esa enorme serpiente Pitón, era una forma antropomórfica, elaborada por los propios mortales, para explicar las crecidas del rápido río torrencial que cruzaba, con ensordecedor ruido, toda la región en donde se desarrollaron los míticos sucesos.
Al finalizar la estación invernal, y con la llegada de la primavera, el caudal del hasta entonces insignificante arroyo que, naciendo en la cumbre del monte Parnaso, cruzaba los valles y montañas de Delfos, aumentaba considerablemente, sobre todo a causa del deshielo. Lo cierto es que el torrente formaba cascadas de gran altitud y se producía con estrépito por entre las terrazas del propio anfiteatro de Delfos, y el propio tiempo, describía mil vericuetos, visibles unos y ocultos otros; todo ellos contribuía a la formación de un cause irregular e incontrolado. El lecho del torrente se hinchaba y aumentaba sobremanera y, desde una perspectiva lírica, se asemejaban al despertar de una enorme serpiente dispuesta a no dejarse dominar por ningun mortal.
Solo la presencia del dios del Sol, allá arriba, lograría mermar con el poder calorífico de sus rayos, el desbocado caudal del torrente. Nos hallamos ya en el estío, y Apolo, la personificación del Sol y de la Luz , se dispone a frena, hasta agostarlo, aquella gran movilidad del torrente y sus desbocadas aguas. El desenlace no tarda en llegar, ya que el dios Apolo ha vencido a la serpiente Pitón, pues donde había un crecido río, apenas ahora se distingue un insignificante regato. Los rayos del sol simbolizarían las flechas que Apolo envía con fuerza inusitada, lo cual indicaría que nos hallábamos ya en pleno verano contra las, hasta entonces, abundantes aguas del torrente. El resultado será la muerte de éste, el torrente, a manos de aquél, el Sol, es decir, la personificación del dios Apolo. De este modo se cumplen los vaticinios de los cantores de himnos, cuando se refieren a la muerte de la serpiente Pitón por Apolo: “No; la muerte cruel no podrá ser apartada de ti; te pudriras ahí, bajo la acción de la tierra negra y oscura del brillante Sol”
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