domingo, 24 de octubre de 2010

ATENEA, VALENTÍA VIRGINAL

Esta deidad es en definitiva una de mis favoritas, una mujer aguerrida, que no se dejaba de nadie, ni siquiera del poderoso Poseidón, tanto fue así, que ella fue quien gano el honor de que una de las principales Ciudades de la antigua Grecia (actualmente también). Llevara su nombre; Atenas, pero veamos como sucedió…

MINERVA, Diosa del saber y de las ciencias



Los ciudadanos atenienses están protegidos por una diosa virgen y guerrera llamada Atenea, la hija del dios Rey del Olimpo, la misma que planto el productivo olivo en las altas colinas del ática después de que el poderoso Neptuno horadada la roca con sus tridente para hacer manar un abundante caudal de agua que formo un terso lago y acabó con la sequía de aquellas tierras hasta entonces baldías y áridas.

Del fruto prensado del olivo, y con la ayuda de Atenea, sacaron los campesinos el aceite.
Y también, bajo la advocación de la diosa Atenea, floreció entre los atenienses al amor por la sabiduría, se incremento el razonamiento creativo, se fortaleció la lucidez y germino la semilla de la argumentación que, al desarrollarse y crecer, formaría el más frondoso árbol de hojas perennes:la Filosofía.

Así pues, Atenea procuraba en todo momento por el bien y la prosperidad de los ciudadanos griegos, y era invocada como protectora de la agricultura, las artes, la salud… a la vez que se le reconocía la invención de los artilugios para hilar y muchas otras herramientas útiles y practicas.

Fue la diosa Atenea, la Minerva de los romanos, quien entregó a Hércules los crótalos o castañuelas de bronce que el mítico héroe hizo sonar para espantar a las monstruosas y peligrosas aves del algo Estínfalo.

Asimismo, Atenea tenía el poder de enviar sueños a los mortales para comunicarles una noticia o predecirles el futuro.

Por otra parte, Atenea no sólo se puso de parte de los griegos en la guerra de Troya, sino que también, en tiempos de paz, enseño a las personas los oficios artesanales, el hilado y la agricultura. De virgen guerrera pasó a convertirse en madre protectora y en maestra de la vida.
Mas, de los griegos, que hasta entonces habían edificado maravillosos templos y el más importante era el Partenón (en honor a su diosa preferida y protectora), permitieron que la sibila Casandra, que moraba en el recinto prohibido y secreto del Oráculo e interpretaba sus respuestas, se ocultara en el interior del templo sagrado, lo cual fue considerado una profanación por la diosa Atenea, quien al momento pidió ayuda de Neptuno para que agitara las aguas, del mar  y enviara fuertes tormentas contra las naves griegas que regresaban de Troya.

Los tiempos en que Atenea y Neptuno litigaron por la posesión de la Acrópolis y las colinas del ática, donde estaba plantado el olivo de la abundancia y brotaba el manantial de aguas caudalosas, quedaron atrás ahora, ambas deidades se ayudaban cuando era necesario, de manera que, en cuanto Neptuno recibió el aviso de Atenea, el dios del mar hizo zozobrar a las naves que venían de luchar contra los troyanos hasta que se hundieron en lo más profundo del oscuro océano.

Así pues, aunque Atenea también puede ser una diosa justiciera, siempre termina por personar a los ciudadanos de la acrópolis y protegerlos, ya que Zeus, le permitía ayudar la égida un poderoso escudo que estaba forrado con la piel de la cabra Amaltea y llevaba grabado en su anverso la horrible cabeza de la medusa Gorgona para no quedar convertidos en Piedra y también su poderoso rayo.

Un aciago día

El mito original y más antiguo narra que la diosa Atenea nació en el territorio de los pelasgos, los ancestros de los griegos clásicos que se asentaron en el Peloponeso, ya que las ninfas de los montes la encontraron abandonada en la orilla del algo de las montañas de la Arcadia y la cubrieron y arroparon con sus zamarras de piel de carnero.

Atenea fue criada por las ninfas y vivió una infancia feliz, hasta que un aciago día, cuando ya se había convertido en una diosa guerrera, mató involuntariamente a una muchacha llamada Palas, quien, en otro tiempo, había sido una de sus más queridas compañeras de juego. Dolida por semejante acción, para recordar y honrar a su amiga y compañera, y a fin de que su memoria perdurara, la diosa Atenea se puso a sí misma Palas, de manera que, en adelante, se llamaría Palas Atenea.

Asimismo, para que la memoria de su infortunada amiga perdurara a través de los siglos, y las gentes de toda condición tuvieran presente el luctuoso suceso, y las generaciones venideras no se olvidaran de los hechos acaecido en los tiempos pretéritos, la Atenea, encargó al mas afamado de los escultores de la Argólida que realizara un torso con el hermoso busto de Palas; hecho lo cual, la estatua fue colocada en un lugar destacado de la ciudad de Atenas, de manera que todos los ciudadanos pudieran admirarla. Cuando el artista termino su grandiosa obra, todos los presentes pudieron admirar la belleza de la joven Palas. Su mirada serena, su hermosa cara, sus pechos cubiertos con la coraza de la égida y el añadido de algunas de sus prerrogativas al conjunto escultórico, como la rueca, y el huso, convirtieron su figura en talismán o amuleto de la ciudad.

La égida mágica

Otra versión del mito señala que Atenas y Palas fueron criadas como hermanas desde su niñez, y que sentían tales celos la uno de la otra que, cuando llegaron a la edad adulta, no pudieron evitar las desavenencias, se enfrentaron en un duelo mortal. En contra de lo esperado fue Palas quien hirió gravemente a la diosa Atenea, pero cuando iba a asestarle el golpe definitivo, el dios Zeus detuvo su brazo y cubrió el débil y herido cuerpo de Atenea con la égida mágica, el escudo de piel de cabra del que sobresalía la cabeza de una serpiente que impedía que nadie se acercara ni pudiera tocar el cuerpo de la diosa.

Este episodio confirma que, tal como narra el mito clásico, Atenea era hija del dios Rey del Olimpo, es decir del poderoso Zeus.

Así pues, hallándose Metis, la primera esposa de Zeus, embarazada, y a punto de alumbrar a la diosa Atenea, sucedió que el poderoso dios del Olimpo recibió la visita de otros dioses, también poderosos, entre los que se encontraban Gea, la Tierra, y Urano, el Cielo, los hijos del viejo Caos cuyas vidas comenzaron en aquel universo, donde solo existía el vacío y todo estaba mezclado y a punto de estallar.

Gea, la Tierra, y Urano, el Cielo, informaron a Zeus que en caso de que tuviera descendencia, nacería con el tiempo un hijo varón que lo destronaría,  al oír semejantes palabras, Zeus salió en busca de su esposa y, mediante halagos y engaños, consiguió que Métis reposara sin temor en el interior de su vientre.

El relato explica que Zeus se tragó a su esposa y, como estaba embarazada, el punto surgió de la cabeza del dios del Olimpo, ya que el herrero Vulcano, el dios del fuego Hefesto, por consejo de Hermes, abrió de un hachazo la cabeza de Zeus…

Y así nació Atenea, la diosa de los ojos vivos y brillantes, la diosa llevaba consigo el casco protector, la diosa de las artes y de las ciencias, la diosa protectora de la ciudad de Atenas, la diosa tenía por atributo la lechuza, el animal que simboliza la inteligencia, la sabiduría, la moderación, la sensatez, y la prudencia…

Los autores de los mitos clásicos dejaron escrito que la sabiduría de los hombres consiste en sabe y conocer las cosas y los sucesos que ocurren, y en amoldarse a las circunstancias, a todo lo cual ayuda la diosa Atenea.

Por otra parte, el mito cretense señal que, en el principio de los tiempos, cuando Zeus conexo a gobernar en el mundo, junto a las nubes con el océano para que Atenea naciera de las aguas y fuera tenida por una divinidad universal, que protegía directamente a los hombres y las mujeres de la antigüedad sin necesidad de mediadores ni sacerdotes que realizaran ofrendas, ya que su culto estaba dirigido únicamente por sacerdotisas que rechazaban todo contacto con los hombres, incluso cual belicosas amazonas, guerreaban contra ellos.

Amor de Hefesto

Aunque las narraciones mitológicas siempre hablan de la virginal Atenea, lo cierto es que hubo en su vida episodios amorosos, como aquel en el que describe su relación con el dios de los mares, en ocasiones su enemigo, pero también su amante.

Asimismo, en algunos textos clásicos se menciona la relación pasajera de Atenea con Bóreas, el viento del norte que convertido, en dulce brisa, logró acariciar con soplos suaves el cuerpo de la diosa.

Pero la única pasión amorosa digna de ser narrada tuco como protagonista a Vulcano, el dios del fuego, el divino herrero  Hefesto de los griego, tenía más lumbre de la que albergaba el horno de su fragua, ya que ardía en deseos de amor por la Diosa Atenea.

Más aunque la deidad de ojos brillantes, la divinal Atenas, nunca accedía a las pretensiones de Vulcano, lo cierto es que, según se narra en el relato del miro, ambos yacieron y no tuvieron un hijo al que pusieron por nombre Erictonio, al que su madre enseño el arte de volver a la vida a los muertos (lo cual se conseguía con la sangre de la Gorgona Medusa) por lo que se le asocia con la regeneración, los cambios y las mutaciones.

El mito también narra que Atenea entregó a Esculapio, dios de la salud y de la medicina, la sangre de la Gorgona Medusa, le enseño los métodos para cura a los enfermos y le reveló los secretos de los ritos que las sacerdotisas practicaban en los templos para alejar la enfermedad y la muerte de las vidas de los ciudadanos atenienses.

2 comentarios:

Bodega Ateneo dijo...

Me encanta tu blog, te seguiré si a los dioses place.

Mónica Elisabeth Sacco dijo...

Otros mitos afirman que Pallas fue uno de los Titanes que atacaron el Olimpo durante la guerra contra los Dioses encabezados por Zeus, y la joven Atenea, apenas nacida de la cabeza abierta de su padre, venció al monstruoso Pallas arrojándolo desde el Olimpo. En recuerdo de esa victoria, Atenea adoptó el nombre del titán.